El trastorno por déficit de atención puede ir unido o no a la hiperactividad. Normalmente se caracteriza por déficit de atención, alteración de las funciones ejecutivas, dificultades en la inhibición conductual o impulsividad e hiperactividad motora y/o vocal. Estos síntomas pueden variar en grado e intensidad en cada persona evidentemente.

Un individuo inquieto no es un siempre hiperactivo, pero cuando estos síntomas interfieren en la vida cotidiana en dos o más ámbitos (escolar, familiar, social), es necesario evaluar la posibilidad de este trastorno que afecta directamente al aprendizaje y al desarrollo emocional y social.

La evaluación psicoeducativa del TDAH forma parte fundamentalmente del proceso general de intervención educativa, es un proceso dinámico, interactivo y multidisciplinar.

Principalmente, hay que distinguir el TDAH de comportamientos propios de la edad en niños activos, enfermedades mentales (como episodios psicóticos o esquizofrenia), retraso mental, ansiedad, situaciones de ambiente académico poco estimulante y sujetos con comportamiento negativista desafiante.

El diagnóstico del TDAH es un proceso que se debe iniciar con el propio paciente, la familia y el entorno escolar, identificando en qué etapa evolutiva se encuentra el individuo (niño, adolescente o adulto), el perfil de habilidades e inhabilidades (comportamentales, neuropsicológicas, escolares, sociales, emocionales, laborales, etc.), los factores del medio familiar y escolar que le afectan en forma positiva o negativa, el grado de motivación extrínseca e intrínseca, el nivel de consciencia sobre su trastorno y las expectativas y disposición de la familia y escuela.

Desde ISIPE apostamos por la detección temprana y la terapia conductual para fomentar el autocontrol desde la infancia.

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